lunes, 22 de diciembre de 2014

"El amor es como una mariposa"

Hace tiempo ya (como uno o dos meses) que quiero escribir esta entrada. Los motivos por los cuales no lo he hecho, han sido los de siempre: parece que siempre tengo cosas mejores que hacer que aquello que me he propuesto.

Sin embargo, a pesar de la demora, sé perfectamente lo que quiero poner y la historia que quiero contar.

El día en el que ocurrió todo esto, estaba con unos amigos tomando algo en un bar después de una mañana entera de ejercicio y deporte. El bar es el habitual al que solemos ir cuando nos juntamos a tomar algo y ya conocemos al dueño, que nos trata de una forma decente (no exquisita, pero tampoco superficial). El caso, es que ese mismo día, un hombre con cierto retraso mental (literalmente), estaba rondando por el bar y "molestando" a la clientela.

Puede que sea mi forma de ver el mundo, o quizás que tengo demasiada paciencia para muchas cosas de la que otra gente carece, sin embargo, a mi, no hacía otra cosa que fascinarme aquel hombre. Iba, mesa por mesa, intentando conseguir algo de conversación, de cualquier cosa, con cualquiera de los que nosotros estábamos allí. El dueño del bar no hacía más que insistir que si seguía molestando a su gente, no tendría más remedio que echarle. Entiendo su postura, no me malinterpretéis, pero no dejó de parecerme cruel. Si aquel hombre hubiera sido un impertinente, o un borracho o cualquier otra cosa le habría aplaudido, pero no era así. De verdad, claramente se le veía el retraso.

Así, que no sé por qué, cuando se acercó a nuestra mesa, en lugar de fingir que me interesaba lo que decía aquel hombre para que se callara y se fuese, realmente me interesé por lo que dijo. ¿Qué más me daba fingir que prestar un poco de atención? El hombre, al ver que estaba realmente atenta a lo que decía, se quedó en nuestra mesa. Vi que mis amigos comenzaban a pasar de él y que comenzaban sus propias conversaciones, así que por no molestar a nadie, me puse de pie y alejé un poco a aquel hombre de nuestra mesa.

El señor comenzó a contarme mil cosas de su vida: su mujer se había divorciado de él, pero ahora estaba muy enferma y necesitaba cuidados y era él el único que se preocupaba de ella (porque no habían tenido hijos), y que cuando él iba a visitarla siempre le decía "Sé que tú no me quieres, pero yo a ti sí, por eso te cuido sin esperar a que me des las gracias". Me contó varias historias más y habló de lo mucho que le importaba a la gente el dinero, de lo que les cegaba y que eso era algo que no les dejaba vivir ni ser felices. Le "echó la bronca" al dueño del bar diciendo: "Éste es el que más dinero tiene y el que más dinero quiere. No se atreve ni a dejarme estar porque le hago perder clientes. Pero yo sólo quiero que me escuchen".

En ese momento, vi que aquel señor necesitaba algo de cariño y, como también me habían conmovido las historias que me había contado antes y sentía cierta compasión por él (sí, aunque sea una palabra fea, compasión era lo que sentí), le pasé mi mano por el hombro y el brazo, acariciándole, nada, como cuando te topas con alguien que te ha contado una desgracia.

En ese momento fue cuando se echó a llorar. No de forma desconsolada. Unas lágrimas sin más y una sonrisa. "¿Ves? Lo que tú me has demostrado, quedándote a hablar aquí conmigo, esperando a que llegase a algún lado y que sin embargo, no llego, sin echarme ni pasar de mi. Gracias" Ante tal declaración yo también solté alguna que otra lágrima, la verdad, porque, ¿cómo puede haber gente tan buena sin que nadie le atienda? Si aquel hombre hubiera sido normal, si no hubiera tenido ningún problema, quizás yo no me habría parado tanto tiempo en él. Pero no era así. La gente que tenemos tantos problemas, que no somos "normales" necesitamos más paciencia que el resto. Como si tú echase la bronca a una madre porque su hijo de tan solo unos meses está llorando.

En fin. Le dije que no pasaba nada y que estaba encantada de haberle escuchado. Y así era. Pero él no había terminado de hablar. "¿Sabes? El amor es como una mariposa. Puedes conservarla en un frasquito, dentro de ti, que no se estropeará nunca, pero tampoco servirá nunca a nadie, porque nadie más podrá verla o disfrutarla. Y sin embargo, puedes soltarla y entregársela a alguien, compartirla y que pueda admirarla igual que tú. Cuantas más mariposas tengas, con más gente podrás compartirlas y así todos serán un poco más felices. No me refiero al amor de pareja, a ese amor no, bueno, no sólo. Me refiero a todo tipo de amor: a la amistad, al cariño hacia las personas, a las sonrisas a los desconocidos... eso también es amor, ¿no? Hay un montón de mariposas en el mundo, mil tipos y hay que intentar coleccionarlas todas."

Puede que el recipiente de quien dijo ésta metáfora no fuese la persona más inteligente del mundo, puede que incluso no sea suyo y lo haya leído en algún lado y se lo haya apropiado, pero me pareció tan perfecta aquella comparación...

Verdaderamente, desde entonces, no dejo de pensar en aquel hombre. Me hace sentir bien cuando estoy mal y me hace tener paciencia cuando no estoy bien. Me gusta recordar que el amor es como una mariposa y que puedo tener una encerrada dentro de mi, o miles de ellas revoloteando por el mundo. A veces cuesta abrir el bote y dejar salir al bichito, pero creo que merece la pena hacerlo.

Si todo el mundo tuviese más en cuenta esta filosofía, seguro que todos sonreiríamos más y caminaríamos más felices.

Soltad la mariposa que lleváis dentro, capturar más y compartirlas con el resto. Hagamos una cadena de sonrisas.

martes, 11 de noviembre de 2014

"A buen fin, no hay mal principio" de William Shakespeare.

EL AUTOR:

William Shakespeare (Warwickshire, 1564 - Warwickshire, 1616), dramaturgo, poeta y escritor inglés.
Shakespeare es generalmente reconocido como el más grande escritor de todos los tiempos. Uno de sus contemporáneos, Ben Jonson afirmó que "Shakespeare no pertenece a una época, sino a la eternidad".
En el siglo XX, sus obras fueron adaptadas. Las obras shakespearianas son constante objeto de estudio.
Se trata de un autor muy poliv
alente que toca todos los temas posibles a través de sus obras, centrándose sobre todo en lo romántico, en la tragedia y en la comedia, donde incluye ciertas pinceladas de éstos temas en casi todos sus escritos.
Entre algunas de sus múltiples obras, tenemos tales como:
  • Antonio y Cleopatra (Tragedia).
  • Hamlet (Tragedia).
  • Romeo y Julieta (Tragedia).
  • A buen fin, no hay mal principio (Comedia).
  • El sueño de una noche de verano (Comedia).
  • Mucho ruido y pocas nueces (Comedia).
Y multitudes más.

EL LIBRO:

"A buen fin, no hay mal principio" ("All's well that ends well") se trata de una de sus comedias, escrita aproximadamente entre 1601 y 1605, junto con la titulada "Medida por medida".
Estas dos comedias, forman un conjunto al que tituló como "Comedias Oscuras", por tener un final inteligible en el que nada queda dicho o marcado y por no poder clasificarlo en otra categoría.
La obra se sucede en lugares tales como París, Florencia y el Rosellón.
Los temas tratados son tan variados como en el resto de sus obras: el amor, el poder, el honor... Los protagonistas (Elena y Beltrán) transcurren por la obra intentando cumplir su propio sueño y deseo. A través del engaño y la confusión, estos deseos se verán cumplidos.

Personajes: El rey de Francia, El duque de Florencia, Beltrán, Lafeu, Parolles, el mayordomo de la condesa del Rosellón, El Bufón, La Condesa del Rosellón, Elena, Anciana Viuda, Diana, Violeta y Mariana, Señores, Pajes, Gentileshombres...

CRÍTICA PERSONAL:

Lo que me llamó para leer el libro (he de reconocerlo) fue su brevedad. Buscaba alguna lectura corta, que poder terminar cuanto antes, para poder retomar otra que tenía ya comenzada de una vez anterior.
No es mi primer obra de Shakespeare (la primera fue la de "El Sueño de una Noche de Verano") y lo cierto es que en cuanto te acostumbras a esa forma tan anticuada de hablar, la obra resulta más que entretenida.
La gran cantidad de sorna, de burla y de crítica a su sociedad, me han encantado; que sea capaz de hablar sin tapujos sobre el sexo, el deseo...
Sin embargo, lo mejor es ver cómo poco a poco, la obra va avanzando y ves que todas, absolutamente todas las piezas encajan una a una. Lo cierto es que no me esperaba una resolución tan avispada por parte de los personajes y te das cuenta conforme lees de que en realidad, es el único camino que podía llegar a ello.
Lo que no me ha terminado de convencer, y ésto sí que lo siento, es que no esté escrito el final. Sí que es cierto que queda bastante claro y marcado, no es un final muy abierto, pero tener la incertidumbre de si Shakespeare quería decirnos algo con ello... supongo que siempre la tendremos ahí.

Os la recomiendo, de verdad: se coge con facilidad y es muy divertida.

martes, 4 de noviembre de 2014

El Juego del Llanto.


Recuerdo la primera vez que vi este vídeo: me reí muchísimo; tanto o más que las risas en Of del mismo. Qué le vamos a hacer: hace gracia.

Sin embargo, ahora que lo he visto por segunda, tercera, quita o sexta vez, no se me ocurre otra cosa que llevarme las manos a la cabeza, morderme el labio inferior y preguntarme qué será de la humanidad como todos sean tan chantajistas como este pequeño.

Porque, mirémoslo así: el nene es pequeño y lo único que pasa es que no tiene la experiencia ni la picardía  para disimular. Pero... ¿qué pasará cuando lo aprenda? ¿Qué será de nuestras vidas entonces?

Sé perfectamente que es una posición extremadamente exagerada y que de ningún modo los padres permitirán que su niño siga siendo un chantajista malcriado ¿o sí?

Cada vez es más frecuente. Sólo digo eso.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Hay que ver cómo pasa el tiempo.

Hace años, comencé participando en un blog en particular (PasaTiempo). Se puede decir que fue el inicio de mis sueños, cuando más gente (además de mi querida madre) comenzó a leer lo que yo escribía. Mentiría si dijese que aquello no me llenaba de una profunda satisfacción.

Sin embargo, aquel blog, poco a poco, dejó de ser lo que yo esperaba que fuese y se convirtió en un bonito recuerdo, un recuerdo que guardo en mi memoria con mucha ternura, pero que ya no consigue ser nada más para mi.

Posiblemente suele pasar eso. Conforme te haces mayor, te vas dando cuenta de que las cosas que antes para ti tenían la mayor importancia del mundo, ahora ya son solo chiquilladas. Cuando encuentras la verdadera trascendencia de las cosas, supongo que descubres que no era aquello por lo que querías luchar. ¿Quién no se acuerda del primer amor? ¿De haberle jurado la vida? ¿Y ahora? ¿Cuántos lo conservamos? Desde luego, yo ahora cuando miro atrás, sé que no estaba enamorada, aunque reconozco que durante los años en los que viví, verdaderamente parecía estarlo.

Por eso, pese a pertenecer a un pasado que ya casi nada tiene que ver conmigo ahora (aunque haya sido ese camino el que me haya conducido al punto en el que estoy ahora), he decidido definitivamente, abandonar mi participación en ese viejo blog, despidiéndome para siempre de él.

No obstante, el ser humano es obstinado y no quiero renunciar a lo que fui. Por ello, de algún modo (con o sin sentido), recuperaré cada una de las entradas de ese viejo blog que sigan siendo mi recuerdo.

Porque ¿de qué otro modo podría ser yo si no?

Fdo: Señora Ex-Carmen(A)tada.

martes, 28 de octubre de 2014

"Dime quién soy" de Julia Navarro.

LA AUTORA:

Julia Navarro (Madrid, 1953), periodista y escritora española.
Ha participado en la Cadena SER y COPE, en Telecinco, Canal Sur... como periodista política.
Actualmente, ejerce como analista política en la Agencia OTR/Europa Press y publica artículos de opinión en linea Escaño Cero.
Tiene multitud de ensayos periodísitcos como "1982-1936, entre Felipe y Aznar", "La izquierda que viene" o "El nuevo socialismo: la visión de José Luís Rodríguez Zapatero"
Como novelista: "La Hermandad de la Sábana Santa" de 2004, "La Biblia de barro" de 2005, "La sangre de los inocentes" de 2007, "Dime quién soy" de 2010 y "Dispara, que yo ya estoy muerto" de 2013.


EL LIBRO:

Se trata de una novela histórica, centrado desde poco antes de la Guerra Civil Española a la Caída del Muro de Berlín, pasando por los acontecimientos intermedios como fueron la II Guerra Mundial y Guerra fría.

Argumento: Guillermo Albi, periodista madrileño, recibe la propuesta de investigar la vida de su bisabuela Amelia Garayoa, una mujer de la que sólo se sabe que huyó con un comunista francés, abandonando a su familia antes de que estallara la Guerra Civil Española. Pero lo que la familia desconoce es una apasionante vida repartida de inimaginables experiencias alrededor del mundo de espionaje, amor e intriga, en las que Amelia tendrá que buscar la mejor salida posible de las tragedias que pareciera que la persiguen a lo largo de su azarosa vida.

CRÍTICA PERSONAL:

La novela se puede clasificar en dos partes principales: la historia de Guillermo encontrando pistas sobre su bisabuela Amelia y una segunda parte de la vida de Amelia. En mi opinión, esto confiere cierto dinamismos y realidad a la historia, puesto que consigues meterte muy rápido en la piel de Guillermo (un periodista político sin partido definido). Aunque sí que es verdad, que tiene carácter de doble filo esta separación. La parte de Amelia Garayoa resulta tan absorvente e interesante, que a veces cuesta trabajo retomar la historia de Guillermo, más repetitiva y simple.

Otra de las divisiones que se puede hacer del libro son los distintos "capítulos" enunciados con el nombre de un hombre. Ésto ya no me ha gustado tanto, porque plantea la independencia de Amelia Garayoa, su fortaleza y capacidad de decidir, siempre a través de la vida de un hombre, colgada de su brazo. No comprendo si la autora lo ha intentando hacer como una crítica o simplemente no se ha percatado de éste echo, (o he sido yo la que lo ha malinterpretado).

En varias ocasiones, yo me he sentido identificada con la protagonista, mientras que en otras, rechazaba completamente sus acciones. Sin embargo, conforme avanza la historia, Amelia madura y comienzas a entender todo con mucha más claridad, comienzas a entender lo que hace y por lo que lo hace, aunque sigue teniendo esa parte de "inconsciente", hasta que ocurre un accidente en su vida que la cambia por completo.

El final me ha resultado un poco "predecible", aunque al principio no te lo esperas para nada y sólo conseguí adivinarlo en el último capítulo, antes de leer el epílogo.

Creo que es un libro que hay que leer, sin influencias políticas y bien valorado y analizado (no es ni de derechas, ni de izquierdas, ni de nada). Enfoca tantos puntos diferentes de vista que siempre encuentras a un personaje que te inspire un cariño especial (mi favorito es Max con diferencia :D).

Creo que es un libro bastante completo en cuanto a acción, intriga y romance, y eso que yo no soy muy de novela histórica.

Os lo recomiendo.

lunes, 20 de octubre de 2014

Del "Buenos días".

He de confesarlo; tengo una costumbre malísima: saludar a todo el mundo con un "Buenos días".

Al principio no me daba cuenta de lo que hacía. Creía que era una buena costumbre y que la gente solía responder al saludo, a veces más seco y a veces (con un poco de suerte) con una sonrisa.

Pero al parecer, estaba equivocada y el mundo no funciona así. Al parecer, dar buenos días a alguien es motivo de provocación de una cara de perro. Sí señor. Incomprensible cómo se me ha podido pasar por la cabeza darle los buenos días.

Os cuento la situación: Desde octubre, estoy acudiendo a unas clases de Apoyo en Técnico de Educación Infantil (creo haberlo mencionado, pero lo recalco por si acaso), por lo que me veo obligada a coger el autobús todas las mañanas para ir a clase (un recorrido que dura aproximadamente 1 hora).

Generalmente, cuando pico en el autobús (porque hay que pagar, está claro), suelo darle los buenos días al conductor: ese hombre apartado del mundo entero a través de un cristal, al que pocas veces agradecemos su labor de llevarnos de un sitio a otro. Mi gesto ha sido sencillo: el clásico "buenos días" con una sonrisa en la cara.

En sus ojos he podido leer la ira ante mi frase, la frustración de no poder salir de ese rinconcito suyo y decirme cuatro cosas por maleducada. El hombre éste, claro está, ni me ha contestado y con mala cara, ha girado la cabeza, fingiendo que yo no existía.

Durante largo rato he estado pensando si yo conocía a aquel conductor de autobús y si había hecho algo para molestarle. No se me ha ocurrido nada, así que la conclusión ha sido que el problema es, definitivamente, suyo.


Y yo, después de aquella conclusión, me he preguntado cuáles pueden ser las causas que lleven a ese hombre a éste despropósito. Obviamente pueden ser infinitas, y seguramente todas ellas tengan su explicación lógica de por qué ese gesto hacia mi persona.

Sin embargo, ¿qué sentido tiene? ¿qué lógica hay en encerrarse en la desgracia? ¿en seguir pensando que todo va mal? ¿No sería más agradable fingir que todo marcha bien? ¿Saber separar los problemas del trabajo, de la familia, de los amigos...? ¿no seríamos más felices contestando "buenos días" aunque sepamos que va a ser horrible?

En fin, una sonrisa hace que el día sea más dinámico y agradable. Son gratis. ¿Por qué no probarlo? A todos nos cae mejor Mudito, aunque entendamos que tiene que haber de todo en el mundo.

No desperdiciéis la oportunidad de sonreír. Eso ya no se recupera.

martes, 14 de octubre de 2014

Y que nunca nos olvidemos de jugar.

Hace poco, empecé un cursillo de Técnico de Apoyo en Educación Infantil, tipo (para que me pueda explicar bien) el curso de Monitor de Tiempo Libre, pero específico para niños de entre 0 a 3 años.

Como os podréis imaginar, la mayor parte de asignaturas que nos dan están relacionadas con niños (a veces aumentando un poco la edad). La cosa va bien: Primeros Auxilios, Adaptación de Inglés para niños...

Hay una, que particularmente me encanta que es la de Metodología del Juego. A parte de enseñarnos juegos (y a veces participar en ellos), me encanta el entusiasmo que tiene el profesor por la asignatura y que tenga las cosas tan claras: que el juego no es sólo para niños.

Efectivamente, todos jugamos, todos tenemos actividades de ocio que nos encanta llevar a cabo (o nos encantaría). El juego, como algo general, es algo que no debemos perder nunca; sacar al niño que llevamos dentro.

Cualquier cosa puede convertirse en un juego, y ello no hace que deje de ser algo serio. Al revés, el juego es algo muy, muy serio. Es la forma básica que tenemos las personas para interactuar. Me encanta la idea de que cada vez que nos juntamos con amigos o familiares, llevemos a cabo un juego: risas, chistes, historias, se llevan diferentes roles...

¿Por qué hemos de renunciar a soñar? ¿A realizar actividades que nos apasionan? Da igual la edad que tengamos. Es un ejercicio que todos deberíamos llevar a cabo.


Si estáis de acuerdo, si queréis recuperar al niño que un día llevasteis dentro, por favor, no dudéis en hacer lo que os gusta, en llamar la atención, en marcar la diferencia, en empezar algo nuevo. Jugad como cuando teníais 5 años, hablad con cualquier desco
nocido que comparta vuestra afición. Y sobre todo, perded el miedo a reír.

domingo, 12 de octubre de 2014

sábado, 11 de octubre de 2014

Adiós, Musa, adiós.

Y la Imaginación se fue. Como tantas otras veces en mi vida.

¡Maldita escurridiza! Siempre viene cuando no la llamas y cuando te acostumbras a su presencia, decide que es el momento de marcharse.

¿Por qué lo hará? Quizás en otra vida todos los que intentamos ser artistas en esta fuimos alguna clase de tiranos malvados e hicimos daño a algún pariente de nuestra Musa. ¿Puedo compensarla? ¿Puedo convertir a mi Musa en una Sumisa? Igual la campana de Pavlov puede ayudarme y que cada vez que la toque ella venga corriendo, a rodearme con sus brazos y tararearme dulces letras al oído.

Aunque, ahora que lo pienso, quizás si no fuera tan esquiva, las veces que viniera a visitarme yo no me emocionaría tanto, ni me temblarían los dedos del modo que lo hacen cuando cojo el bolígrafo para grabar mis palabras. Igual sería incapaz de apreciar su presencia.

Y entonces ¿de qué la querría?

Me duele profundamente en el alma que un artista no pueda componer cuando le viene en gana, sino que tenga que ser la gana quien le venga.

Me duele en el alma, pues mil y una veces he intentado llevar mi literatura al público por medio de concursos e infinidad de artimañas, que al final, de nada han servido y de nada seguirán sirviendo.

Porque ella decide desaparecer siempre en el mejor momento, porque se va cuando la busco y sólo la encuentro cuando ya es demasiado tarde, cuando no hay qué hacer.

Quizás es el castigo que tengamos que pagar los que como yo, cometen el error de autodenominarse artistas, cuando aquello sólo es capaz de juzgarlo el tiempo y los sentimientos que promuevan nuestras artes.

Puede que me encomiende a Pavlov con su campanita. Igual funciona y convierto a mi Musa en un sabueso. Pero entonces ¿para qué la querría ya?

viernes, 10 de octubre de 2014

¿Nos condicionan?

Últimamente me he convertido en una aficionada a FDF.

En general, no suelo ver la televisión, pero en ciertos momentos, como a la hora de las comidas (las cinco que se pueden hacer al día), enchufo la caja boba y me pongo a ver lo que hay por la televisión.

Casualmente, hay varios programas que en cuanto veo, procuro no cambiar (más que cuando hay anuncios; práctica que debe realizar toda España). Esos dos programas son "Aída" y "La que se avecina"

No voy a ser crítica con las series en particular. Cumplen su cometido: me entretienen.

Sin embargo, en ambas series hay dos personajes que, bien con sus leves diferencias, digamos que son profundamente parecidos: Mauricio Colmenero (de la serie de Aída) y Antonio Recio (de La que se avecina). Ambos personajes son lo peor que puedas echarte a la cara, ¿me equivoco? Son ruines, egoístas, unos pervertidos, racistas, intolerantes en general, desleales... Podría poner unos cuantos adjetivos más, pero quizás sería excederme demasiado.

Es decir, el resumen de ambos personajes es que si algún valiente, por algún casual, tuviese el coraje de matarlos y abandonarlos en una cuneta, en lugar de a la cárcel debería dársele una medalla. Espero que quien haya visto la serie no me lo niegue.

Sin embargo (sin entrar yo en juicios de casualidad o previsión), en ambas series, también se produce una similitud y es que, cuando algo malo les sucede a estos dos "curiosos" personajes, parece que todo el mundo suelta un desgarrador "¡oh! pobre".

¿En serio? ¿En serio si hubiese una persona así en el mundo, la humanidad no tendría otra cosa que decir que "¡oh" pobre"? En parte me alegra pesnar que todo el mundo esté dispuesto a dar una segunda oportunidad (hasta a aquellos que no se lo merecen). Pero, por Dios, ¿en serio nadie cree en el Karma?

¿Por qué permitimos ser tan dóciles ante según qué comportamientos? ¿Por qué cuando a un malvado le llega su merecido decimos "pobrecillo"? Da igual que sea una ficción. Está claro que el mal hay que procurar no desearselo a nadie, pero cuando él es el que se lo ha buscado, ajo y agua, ¿no?

Además, también curioso, esos personajes nunca cambian. Muchas veces, ni siquiera hay una moraleja en todo el asunto que les haga reflexionar, pedir perdón o demás "paparruchadas" que la buena gente se ve obligada a hacer para cumplir su propósito.


Yo me pregunto si ésto será una medida para acostumbrarnos a tolerar la frustración a que nos dominen como quieran. Si no nos estarán manipulando para que permitamos que otros nos den lástima aún cuando no se la merecen. ¿Qué clase de estrategia será? En parte, me asusta pensar en que toda esta paranoia mía pueda ser cierta y que haya alguien que nos diga: "tenéis que tolerar al malo y perder hasta vuestros ideales sólo para que él no salga perjudicado".

¿Será la supervivencia del más fuerte? ¿Sera´n más fuertes los malos? ¿Manipularán a los buenos para que nos hagan sentir culpables cuando los actos que llevamos a cabo son sólo justicia?

¿Hasta qué punto es "sólo una serie"? ¿Hasta qué punto pasa a nuestro alrededor?

lunes, 6 de octubre de 2014

De cómo elegir tema.

Muchas veces, considero que me pasan cosas muy interesantes que poder contarle al mundo. Muchas veces hay mil temas de los que me gustaría hablar: de vivencias en clase, en la calle, en el autobús... mil, sin exagerar en absoluto.

Sin embargo, es llegar a casa, sentarme frente al ordenador y de repente ¡puf! todos esos temas que tenía planeados se esfuman, como si nunca hubiesen existido.

No es que sea cuestión de inspiración o de cualquier otra cosa, es que de repente, ya no hay tema. Ha desaparecido. No es que no encuentre las palabras apropiadas para desarrollarlo (a veces puede que sí sea ese el problema), sino que de repente, ningún tema me parece lo suficientemente bueno como para compartirlo con los demás y todos me resultan vagos y vacíos.

Me considero una persona con una gran actividad interior (a menudo tengo más actividad interior que exterior) y ésto me facilita pensar en cosas que es posible que la gente de "exterior" no vea. Pero ¿y si peco de soberbia y mis entradas son tan comunes como las de cualquier otro blog?

Así que aquí estoy una vez más, sin saber sobre qué hablar.

jueves, 2 de octubre de 2014

¿Vueltas o Líneas rectas?

Desde que empecé este blog (no hace mucho y muy abandonado), mi vida ha cambiado sustancialmente.

Ya no soy la misma persona, ni el deseo que tengo de que ésto salga hacia adelante es el mismo. Las cosas cambian. En estos casos se dice que la vida da vueltas.

Es posible que siga siendo la Señora Ex-Carmen(A)tada y que lo siga siendo toda mi vida, porque siempre hay una lección más que aprender, una vuelta más que darle al asunto, un momento que nos haga sentir como cuando teníamos cinco años...

Las cosas en el mundo funcionan así. Platón tenía la teoría de que el alma no moría, sólo esperaba a tener un nuevo cuerpo, pero que la reencarnación provocaba una anamnesis, un olvido fraudulento nos hacía repetir los mismos errores de la vida anterior. ¿Sabéis? A menudo creo que no hace falta tener una reencarnación para llegar a este punto.

Pero yo no iba a hablar de ésto. Iba a hablar de cómo ha cambiado mi vida en un solo año.

El año pasado, yo era fuerte (mentalmente hablando), sabía hacia dónde iba y qué es lo que quería conseguir en mi vida. No es que hoy haya dejado de ser fuerte, o me haya rendido. Se puede decir que tomé una desviación equivocada (empujada por otros o animada por mí misma, el detalle no importa) y me perdí.

Mi orientación en el mundo real nunca ha sido muy buena. Los que me conocen bien, pueden asegurar que me pierdo en una habitación cuadrada (lo suplo con otros talentos).. El caso, es que no sé si habrá algún tipo de conexión con cualquier otro tipo de orientación.

Nunca he sabido qué quería ser de mayor (además de escritora) y los test no me ayudaban (bueno, de entre todas las ramas, consiguieron descartar la informática -y no me extraña-). Cuando por fin me decidía por algo, se me cerraba la puerta (a veces en las narices y a veces con un ligero "adiós" por parte de quien se encontraba al otro lado). Obviamente, el fin del mundo no llega por esto y como dice el refrán "Cuando una puerta se cierra, una ventana se abre".

Pero oye, estoy cansada de tener que entrar a los sitios por las ventanas. Al principio es divertido, estimulante incluso, pero una se cansa de luchar (¿Puede uno cansarse de luchar? No creo).

Uno no puede escapar de lo que le sucede en la vida, es cierto. Y nos guste o no, tenemos que vivir con ello. No voy a cuestionar el por qué de la vida, el para qué o al a donde nos llevará. Sólo sé que aquí sigo.

Mi vida ya no es la misma. ¿Pero quién puede asegurar que su vida es la misma? Una persona que entre nueva, un suceso que nos haga abrir los ojos (o cerrarlos). ¿Quién puede asegurar que su vida no ha cambiado?

Sí, a veces me gustaría tener las cosas claras, un futuro definido, saber qué voy a hacer y que lo que estoy haciendo sirve para algo. Pero no hay manera de hacerlo. Mira que da vueltas la vida.

Pero yo me pregunto ¿da vueltas o va en línea recta?

Mientras tanto, seguiré entrando por las ventanas.

miércoles, 12 de febrero de 2014

¿La sociedad terminará matándonos?

Soy estudiante de Trabajo Social. Eso hace que entre mis asignaturas, se estudie la Sociología. Me resulta atractiva. Siempre he sabido que el individuo por sí mismo no hace nada. Necesitamos el apoyo y la aprobación de los demás para sentirnos bien con nosotros mismos. Nos suscribimos a unas normas y las aceptamos con el compromiso de que el resto de la humanidad haga lo propio con nosotros. Es un contrato no firmado que todos procuramos respetar, aunque a veces nademos a contracorriente.

Sin embargo, ¿hasta qué punto es bueno? ¿hasta qué punto es lícito dejar de ser nosotros mismos para ser aceptados? Debemos perder nuestra conciencia, nuestra forma de pensar o de actuar sólo por ser incluidos en éste mundo. No me parece del todo justo, del todo correcto.

Solomon Asch fue un prestigioso psicólogo, respetado sobre todo por sus estudios de psicología social (muy relacionada, sin duda, con la Sociología, aunque mucho más centrada en el individuo). Su gran fama la debe a sus estudios sobre la conformidad, donde demuestra cómo la presión social nos hace renunciar a lo que creemos (aunque lo que creamos sea la verdadera respuesta).

Su experimento inicial consistía en múltiples tarjetas con diferentes líneas. Los participantes del experimento debían elegir cuál de los resultados era el correcto.


Cualquier persona con una correcta percepción, elegiría la respuesta A. Y así lo hizo uno de los sujetos del experimento. Lo que no sabía el sujeto de estudio, es que el resto de los participantes del experimento estaban compinchados con Asch para elegir en todas las tarjetas mostradas, una respuesta incorrecta (la misma respuesta incorrecta). Al final, el sujeto sometido al estudio, se conformaba con las respuestas incorrectas que los demás daban sólo por ser aceptado en el grupo social.

Verdaderamente asombroso, ¿no?

Otro de los ejemplos que me ha sobrecogido el alma, ha sido el que voy a poner a continuación:


Verdaderamente, el último de los sujetos no tiene desperdicio.

Desde aquí yo lanzo mi pregunta: ¿será la sociedad la responsable de nuestra estupidez o seremos nosotros mismos los estúpidos que nos dejamos someter por ella?

lunes, 3 de febrero de 2014

"¿Por qué te quejas?"

Hoy me he llevado una pequeña desilusión (no ha sido pequeña, más bien todo lo contrario).

Por lo general, suelo ser una persona que acepta lo que se le viene encima sin mucho sufrimiento. Recuerdo, que tenía un profesor que siempre nos citaba a la clase una frase (no me preguntéis de quién es la frase porque no lo sé). Nos decía: "Si tu pena tiene remedio, ¿por qué te quejas?; y si tu pena no tiene solución, ¿por qué te quejas?".

La frase creo que es una de las más ciertas de este mundo. Si puedes hacer algo por solucionar tu problema, hazlo sin pararte a pensar. Si por otro lado, tu problema no tiene solución alguna, cuanto antes te adaptes a él, antes pasará el mal rato.

Sin embargo, hoy no podré evitar esa sensación de desasosiego que inundará mi corazón.
¿El motivo? Una pequeña tontería de nada (según cómo se mire). Mi novio, que vive en Madrid, iba a venir este fin de semana a Zaragoza a verme, pero como es tan... (ya le dedicaré alguna que otra entrada), pues no puede venir porque se ha torcido el tobillo y le han dado baja laboral y ahora está recluido en su comunidad (que por cierto, Zaragoza es mucho mejor :P).

Es una pequeña tontería. Pero son estas pequeñas tonterías las que te hacen decir ¡Jo! de vez en cuando.

viernes, 31 de enero de 2014

Pájaros en la cabeza.

Desde chiquitita, siempre me han gustado demasiadas cosas.

Podría decirse que nunca me he conformado con poco y que mis sueños, siempre son grandes. Es posible que todo esto fuese "provocado" por mis padres, que nunca me dijeron que soy una persona normal y corriente.

Tampoco me importa demasiado el motivo y creo que hicieron muy bien en incentivarme a cumplir los sueños que deseaba realizar.

Desde chiquitita, mi mayor sueño ha sido escribir. Siempre y por cualquier cosa. Me gustaba leer y me encantaba imaginar que algún día, mi nombre estaría en alguna portada de algún libro. Tengo mil proyectos empezados (y alguno más que se me olvida).

También me encanta dibujar (aunque creo que en eso, no soy tan buena). Montar vídeos es algo que siempre me ha entusiasmado (incluso alguna que otra vez me he imaginado siendo directora -o guionista- de cine). La fotografía se me resiste un poco más, quizás porque todavía no he encontrado la cámara adecuada.

Y ahora, además de con lo anterior, estoy con mi nuevo proyecto: las manualidades. Me encantan. Me encanta empezar algo hecho por mí misma, ver el proceso y enamorarme del resultado final. Estoy enganchadísima (como una potente droga): hago figuritas de porcelana, forro carpetas, hago muebles, pinto cuadros artesanales, pulseras, punto, disfraces, maquillaje, potingues para el cuerpo... De hecho, es posible que en breves cree un canal en youtube mostrando al mundo lo que puedo hacer.

Pero como todo, al final sólo serán "pájaros en la cabeza".

domingo, 12 de enero de 2014

Nunca tengo tiempo para las obligaciones.



Parece un hábito en mí desde que era bien chiquitita. Y sigo por no variar, por tradición y costumbre, más que por otra cosa, no os vayáis a pensar (jojojojojo).

Supongo que le pasará a todo el mundo.

Las obligaciones son odiosas. Pero sólo si te las imponen. Eso también es cierto.

Soy una persona bastante activa en lo que se refiere a mi día a día. Multitud de cosas que me salen que quiero hacer, que empiezo, que algunas acabo y que la mayoría pospongo. Estoy metida en mil sitios y me encanta.

El problema, es que ese tiempo, me reduce del tiempo que tengo para las "obligaciones serias", como la Universidad, lo que implica multitud de trabajos y estudio. Digamos que podría ser la parte aburrida de mi vida. Pero ahora es Enero y me encuentro con que el tiempo me está jodiendo bastante y el reloj no deja de hacer tic-tac.


Pero esta forma de ser es un continuo en mí. Y qué queréis que os diga: puede que ya sea vieja para cambiar la forma de ser. [Vaya excusa].

sábado, 11 de enero de 2014

De cómo los médicos (no) siempre tienen la razón.

Podría contar con los dedos de la mano las personas que en el mundo occidental no han acudido al médico a lo largo de toda su vida ni una sola vez.



Hoy en día, estamos tan acostumbrados a hacer una revisión periódica como a llevar el coche al taller cuando oímos un ruido extraño.

Y no digo que sea algo malo, al revés. Opino que es fantástico que pretendamos anticiparnos a las cosas que puedan ocurrir en nuestra vida.

Sin embargo, la consulta del médico no es siempre lo que esperamos y a menudo salimos con la sensación de que no se nos ha resuelto nada.

Explico mi caso:

Me considero una persona activa, tanto mental como físicamente. Practico dos deportes en concreto: Rugby y Jugger (algún día explicaré en qué consiste cada uno de ellos, aunque es más posible que sepáis del primero que del segundo). Además de esos dos deportes, voy andando (a paso ligero, no de paseo) a todos los sitios, lo que mi preciosa ciudad, Zaragoza, me permite con su excelente tamaño (todo queda a unos 3/4 de hora si vas andando). Por si no queda claro que me muevo, vivo en una casa de tres plantas, donde mi habitación está en la buhardilla (no tengo ascensor), por lo que subo escaleras bastante a menudo.

Desde hace un tiempo, noto que mi rodilla derecha se queja cuando hago deporte o cuando ando demasiado. O simplemente se levanta un día queriendo tocar las narices.

Como es normal de la época, fui al médico (traumatólogo para ser más exactos). Me palpó "cariñosamente" la rodilla, me mandó hacer una radiografía y un no sé qué más (ya sabéis, nombres raros de médicos). Tras todas esas pruebas, mi médico, supongo que tras mucho, mucho, mucho cavilar, llegó a la conclusión de que lo que le pasaba a mi rodilla es que TENIA FALTA DE EJERCICIO.

¿Falta de ejercicio? ¿En serio? ¿Pero qué más quiere que haga? ¿Falta de ejercicio? Podría haberme dicho que los deportes que practico hacen que mi rodilla sufra, o que tengo desgastado no sé qué, o que mi pierna está mal, o que apoyo mal el pie al caminar, pero ¿FALTA DE EJERCICIO?

No hay más que decir.

viernes, 10 de enero de 2014

La importancia de ser nombrado y el por qué de "Señora Ex-Carmen(A)tada".

Si hay algo que me resulta importante y de gran mención, es el nombre.

Cuando conocemos a una persona, lo primero que nos interesa de ella es saber cómo llamarla, cómo referirnos a ella. Nos sentimos mal cuando alguien se acuerda de nuestro nombre y nosotros no podemos acordarnos del suyo (por lo menos a mí, me resulta un momento peliagudo).

Creo que el nombre dice mucho de nosotros. No por el significado del nombre en si, sino más bien por si lo llevamos con orgullo, si lo abreviamos, si lo verbalizamos en voz bajita o lo gritamos a los cuatro vientos. Dice mucho de la época en la que hemos podido vivir, de la moda del momento. Dice de nuestros padres, de sus gustos y de sus intenciones.



¿Y qué decir de los motes? Si los nombres propios son algo personal, ya no quiero mencionar los motes que nos ponen nuestros seres queridos (o los no queridos que lo hacen por fastidiar ¬¬). Son nuestros, sólo nuestros. Nos los dan por un motivo y una razón concreta y se convierten en algo único.

En el mundo de Internet, la cosa no ha cambiado. Desde el anonimato que la pantalla del ordenador permite, se han generado múltiples identidades. Una misma persona puede tener tantas como quiera. Los nombres, los motes, apodos, pseudónimos... todo, podemos elegirlo nosotros.

Hay personas que lo tienen muy claro desde el principio. Hay otras, que esperan el nombre perfecto.

Yo soy una de esas que tiene que esperar el nombre perfecto, con significado, con profundidad, que pueda decir mucho de mí y a la vez muy poco.

Sé que la perfección es muy difícil de alcanzar (y más para una pobre chica como yo, que todavía anda dando sus primeros pasos). En un principio me puse "La Trovada del Verso". Me pareció lógico, teniendo en cuenta el nombre del blog y el título del mismo. Además, el significado de la palabra trovada me parecía magnífico y de múltiples significados. Podía ser al mismo tiempo una imitación, un hallazgo y una composición, así como al mismo tiempo, ser una información errónea del mundo. Me parecía fantástico tanto en tan solo una palabra.

No obstante, luego descubrí que no era suficiente. Que Trovada sólo decía lo que yo quería ser y no lo que era. Fue entonces cuando comencé a buscar un segundo "qué".

Y de pronto, allí se me ocurrió: Señorita Escarmentada. Sonaba a que me había caído tantas veces que ya había aprendido la lección. Pero no era cierto, no he aprendido del todo aún. Y de ahí evolucioné a Ex-Carmentada, puesto que aún me quedan muchos tropezones que dar en el mundo.

Luego pensé que Señorita suena a princesa. Y yo ya no soy una princesa. Soy el Rey, el Caballero y el Villano al mismo tiempo. Y no me importa. Señora sin duda suena mucho más completo, más maduro. Y evolucioné. Me "casé" por así decirlo.

Y ya, la última revelación. Fue ayer. A tantas horas de la tarde, mientras escuchaba a uno de mis profesores. Todo el nombre que he buscado, surge bajo el pretexto de tener la perfección, de ser completo. Me dí cuenta de que siempre buscaba lo mismo, de que estaba atada a mis deseos particulares, sin escarmentar en absoluto.

Así es como he terminado siendo Trovada del Verso "Señora Ex-Carmen(A)tada.