miércoles, 12 de febrero de 2014

¿La sociedad terminará matándonos?

Soy estudiante de Trabajo Social. Eso hace que entre mis asignaturas, se estudie la Sociología. Me resulta atractiva. Siempre he sabido que el individuo por sí mismo no hace nada. Necesitamos el apoyo y la aprobación de los demás para sentirnos bien con nosotros mismos. Nos suscribimos a unas normas y las aceptamos con el compromiso de que el resto de la humanidad haga lo propio con nosotros. Es un contrato no firmado que todos procuramos respetar, aunque a veces nademos a contracorriente.

Sin embargo, ¿hasta qué punto es bueno? ¿hasta qué punto es lícito dejar de ser nosotros mismos para ser aceptados? Debemos perder nuestra conciencia, nuestra forma de pensar o de actuar sólo por ser incluidos en éste mundo. No me parece del todo justo, del todo correcto.

Solomon Asch fue un prestigioso psicólogo, respetado sobre todo por sus estudios de psicología social (muy relacionada, sin duda, con la Sociología, aunque mucho más centrada en el individuo). Su gran fama la debe a sus estudios sobre la conformidad, donde demuestra cómo la presión social nos hace renunciar a lo que creemos (aunque lo que creamos sea la verdadera respuesta).

Su experimento inicial consistía en múltiples tarjetas con diferentes líneas. Los participantes del experimento debían elegir cuál de los resultados era el correcto.


Cualquier persona con una correcta percepción, elegiría la respuesta A. Y así lo hizo uno de los sujetos del experimento. Lo que no sabía el sujeto de estudio, es que el resto de los participantes del experimento estaban compinchados con Asch para elegir en todas las tarjetas mostradas, una respuesta incorrecta (la misma respuesta incorrecta). Al final, el sujeto sometido al estudio, se conformaba con las respuestas incorrectas que los demás daban sólo por ser aceptado en el grupo social.

Verdaderamente asombroso, ¿no?

Otro de los ejemplos que me ha sobrecogido el alma, ha sido el que voy a poner a continuación:


Verdaderamente, el último de los sujetos no tiene desperdicio.

Desde aquí yo lanzo mi pregunta: ¿será la sociedad la responsable de nuestra estupidez o seremos nosotros mismos los estúpidos que nos dejamos someter por ella?

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