miércoles, 3 de julio de 2019

Cuando se sabe y no.

A veces es más difícil.
No por ti, no por mi.
Sólo es más difícil.

Hay cosas que se rompen sin caerse al suelo y cuando las miras, realmente no están rotas, sólo era una sombra.
Pero ¿que pasa en ese instante en el que sí que lo creías?
Y si no te busco y no te encuentro, no es porque no estés sino porque no te veo. Y si te pregunto y no te oigo, será que no estoy atenta a lo que me dices. Que tus caricias me tienen en ascuas pero que cuando te tengo es insuficiente, y no porque no estés, sino porque no te siento.

Sí que es cierto que a veces es difícil pensar que algo se acaba, porque esto no puede acabar, ¿no? ¿Por qué habría de hacerlo? ¿Porque soy estúpia? Una niña que todavía no ha aprendido la lección. Que tú estás conmigo y que soy yo la que tiene los ojos cerrados. Que no hay más culpa que un espejo que devuelve la mirada y que detrás estás tú, esperando a que me dé cuenta.

No es por tí, no se por mi. Que la vida nos lleva donde quiera y cada acción tiene su consecuencia; eso lo sabemos. En este punto diré que eres lo que todo el mundo quiere tener y que si fueras más creído, lo tendrías sabido, que no es paranoia lo mío. Y por mi parte qué decir. Confianza perdida por experiencias. Cuando fui infiel, cuando me fueron infiel, cuando fui la tercera. ¿En qué otro lado de la moneda me puedo poner? Quizás ese espejo me devuelve demasiado la mirada. Y sé que la vida no es perfecta.

Solo es más dificl pensar que no vas a estar, que poco a poco vas tomando un camino en el que poca compañía te hago o te hago ser una carga. Y cuando me miras a los ojos y veo el cansancio, entiendo que he llegado al límite, sin poder evitarlo.

Estoy mal, no sé qué me pasa y no sé cómo decirlo.

Sólo espero que dejes de estar detrás de mi en el espejo y te pongas a mi lado, me abraces y seas mi compañero en el camino.

Porque esto no se acabará. Para bien o para mal.