martes, 14 de noviembre de 2017

En el mundo, a cada rato.

Nos pusieron este vídeo hace ya un mes en el instituto. Me impresionó mucho, a pesar de ser una película, pues sé que esto pasa.
Espero que disfrutéis de él.
En el mundo a cada rato from Tus Ojos on Vime

https://vimeo.com/69462769

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Madurez.

     -Será que estoy demasiado mayor para estas cosas - dijo mientras se sentaba en el taburete, a la par que dejaba su viejo gorro sobre la acuchillada madera de la barra -. Será que ya no veo el mundo como debería verlo.
     Hizo un gesto al ya conocido camarero, levantando dos de sus dedos a modo de "apúntamelo en la cuenta". Al momento, aparecieron dos vasos de whisky con hielo. Quizás no era el mejor whisky del mundo, pero suficiente para ahogar los pensamientos en una bruma de calma. ¿Calma u olvido?
     -Quizás ya he perdido esa inocencia que todos deberíamos conservar - levantó el vaso con tristeza y comenzó su olvido.
     -¿A qué te refieres, Tony? - su voz era algo que jamás había podido describir. Le producía un profundo dolor en el pecho que siempre le aliviaba. Después de todo, ella seguía ahí para él, ¿no? En eso se consolaba. Una promesa que no se había roto ni con los años.
     -No sé exactamente a qué me refiero, María - pronunciar su nombre también le atravesaba el pecho, de un modo igual de contradictorio, como el escalofrío que esperas que llegue y cuando llega, sólo duele -. Quizás a que si hecho la vista atrás, ya no tengo ganas de continuar hacia delante. Me quedaría atascado en un punto, en un solo recuerdo, bueno o malo. No quiero más experiencias.
     Sacó su pitillera y le ofreció un cigarro a la mujer, aún a sabiendas de que se lo rechazaría, la conocía bien. Se encogió de hombros, como hacía siempre hacía, y lo encendió.
     -No puedes decir eso - su voz era seria, preocupada. Como siempre había estado por él.
     -¿Por qué no? Fíjate, ¿qué he conseguido en la vida? ¿Qué méritos he acumulado? ¿Cuantas de las cosas que me propuse han surgido?
     -No digas eso, por favor - en el fondo, ella comprendía que la mayoría de las cosas que habían sucedido en la vida de Tony (o las que no habían sucedido) eran por su culpa. Y eso, aún desgarraba más el corazón a nuestro hombre, y al mismo modo, le reconfortaba que ella sufriese. Era como una pequeña venganza en la que él poco tenía que decir.
     -Ni familia, ni amigos, ni trabajo. Nada de lo que he conseguido alguna vez ha sido estable, querida. Todo se ha terminado desvaneciendo, como el whisky de este maldito vaso - hizo un gesto al camarero para que rellenase su copa -. Cuando eres niño se esfuerzan por hacerte creer que la vida ofrece recompensas, que todo tiene un para qué y un por qué, que hay que intentar escalar la montaña, subir a lo más alto que puedas hasta que te falte el oxígeno y que así tus pulmones se podrán acostumbrar - se terminó el whisky de un solo trago e hizo gesto camarero para que rellenase su copa, de nuevo -. Pero no es así.
     -Tony, yo... - a María le tembló levemente la voz. Eso le hizo sonreír al hombre.
     -No te disculpes. Tu lección fue una de las primeras que aprendí y me conformé cuando tendría que haber luchado. Quizás ahora todo sería distinto. Pero, ¿sabes qué? Te agradezco todo tanto que no podría culparte más de lo que me culpo yo por ello.
     -Tony...
    -A lo que voy es que en la vida, siempre estamos solos. Por mucho que encontremos todo aquello que estábamos esperando, por mucho que intentemos hacer que todo vaya bien, que disimulemos que no hay problemas, que tenemos amigos que nos cuidan que tenemos una familia que nos esperará en casa... Es una fantasía. A la hora de la verdad, estamos solos - volvió a beberse su tercer vaso de trago y repitió el gesto anterior al camarero, que distraído, limpiaba con esmero todo lo que encontraba en su paso, para no intervenir en una conversación privada.
     Hubo un gran silencio. Uno de esos en los que no te atreves a respirar por si cortas algún hilo de pensamiento, de esos en los que se te encoge el alma porque intentas mirar tan dentro de ti que te pierdes.
     -No quiero que te sientas mal, mujer - se disculpó al ver el efecto que sus palabras habían tomado -, si algo tengo que agradecer es que no me hayas abandonado, aunque realmente esté solo.
      -No puedo dejarte, Tony.
     -Lo sé. Pero tampoco puedes estar conmigo, ¿me equivoco? - como respuesta, obtuvo un largo trago de whisky, uno de esos que una mujer no debería dar. Tony terminó pidiéndole la botella al camarero.
     -No voy a irme nunca - terminó por contestar María -. Siento que te lo debo.
     -Tú no me debes nada, igual que yo tampoco a ti. Las personas no son propiedades, por eso no se puede pedir fidelidad eterna. Todos tenemos nuestro propio mundo, nuestras propias intenciones y nuestra forma de ver el mundo. No supe luchar por tí y otro ganó la batalla, porque nunca fuiste mía.
     -Quizás un perro - María sonrió, recordando a su pequeño y fiel amigo.
     -Quizás un perro solucionaría mis problemas, sí.
     Y volvió a rellenarse una vez más la copa.
     La conversación terminó con una triste sonrisa por parte de ambos. Quién sabe lo que les depararía el futuro, el último trago, o si tendrían ganas de continuar.

martes, 7 de noviembre de 2017

Para Él.

Es curiosa la vida.
O por lo menos, a mi me lo parece. No me parece algo a lo que te puedas acostumbrar.
Qué vueltas da...
Y ahora siento que por fin estoy en el camino.

Sé que es algo que digo mucho; cada vez que encuentro un medio que seguir o al que engacncharme. Y puede que esta sea otra ocasión igual al resto, que dentro de una semana, dos meses, cinco años... vuelva a decir lo mismo.
Porque definitivamente, la vida no es algo a lo que te puedas acostumbrar.
Puede ser que en realidad, no aprenda de mis errores y que esto sea una próxima ilusión de lo que era el camino definitivo. Como una prueba graciosa de Zeus, haciendo que me mate un águila todos los días (y mi águila sea la ilusión de que he aprendido la lección).

Pero oye, cómo estoy disfrutando del viaje. Aunque no me lleve a ninguna parte.
Saber que todo va como debe ir, que estoy en lo que me gusta, que poco a poco, sin prisas y sin agobios, todo cobra sentido, que las bofetadas que me ha ido dando la vida me han llevado al camino que tenía que escoger, que el universo ha sido mucho más fuerte que yo en tomar mis decisiones. Y no os equivoquéis, me alegro que el universo haya tomado decisiones por mí de vez en cuando, porque si sólo contara con mi capacidad, ahora estaría vagando vete a saber por donde con mi discapacidad para elegir.

Y cómo me alegro de que el universo haya sido más feurte que yo...

Ser yo misma gracias a una persona que llevaba tanto tiempo conmigo y que por alguna extraña razón, jamás reparé en verla. Que ha seguido allí todo el tiempo, paciente (algunas veces más que otras, y no sé si verdaderamente era paciencia o falta de habilidad), para lo que he necesitado, sin pedir nada a cambio, sólo un poco de compñaía.
Y quizás sea ese al camino que me refiero que he hecho bien en tomar, para poder ser yo misma, porque él me ayuda a seguir y a querer intentarlo de nuevo. Porque parece que nunca se rinde y siempre me da ese empujón "todo lo que te haga feliz", cuando a mí más me fallan las feurzas.

Así que, efectivamente, me resulta curioso cómo alguien que lleva tanto tiempo conmigo ha sido invisible en muchos aspectos y como ahora se ha vuelto imprescindible, y que en verdad, no sabría qué hacer sin él, sin sus ánimos, su seguridad, su confianza, su cariño. Sin su amor, en definitiva. Me resulta curioso haberme dado cuenta de que llevo necesitándole mucho más tiempo del que yo pensaba y cuando me dijo que se iba, cómo accionó mi necesidad y le puso palabras.

Y podría pensar que esa persona es sólo para mi, pero no. Lo curioso es que no es sólo para mi, que tiene un corazón que le hace ser así con todos y que posiblemente, para la mayoría, pase desapercibido.
No sabría exactamente cómo reflejar en palabras ese concepto: cómo una persona es tan fácil de disimular y a la vez, cuando te enteras de que se ha ido, te da un ataque de ansiedad.

En definitiva, podría decir que soy la mujer más feliz del mundo con algo que llevo tiempo teniendo delante de mis ojos. Pero el mundo entero debería saber ya que yo no veo bien.

lunes, 6 de noviembre de 2017

Teníamos planes, pero no podías hacerlo.

Creo que cuando una persona te dedica una canción así, está llorando porque no fuiste lo suficiente y porque realmente tenía esperanzas en que todo salirea bien.
Quizás distinto a como había salido siempre.
Igual no habría sido.



miércoles, 1 de noviembre de 2017

Arena.

Ya no sé los días que llevo.
El sol quizás me hace perder la cuenta.
O la deshidratación.
O el silencio.

Parece mentira, pero las ropas de los tuareg no hacen absolutamente nada. Quizás a ellos les funcione, pero a alguien como yo, acostumbrado a la ciudad, a esa humedad que cala los huesos, a esa brisa mañanera que te desoereza, desde lueco, ni con estas ropas es fácil adaptarse, aún con todos los trucos de los hombres del desierto.

Al principio, cuando llegué, estaba fascinado por el paisaje. Me parecía lo más hermoso que había visto nunca jamás en mi vida. En estos momentos, ese sentimiento de llegada, sólo es un recuerdo de mi mente. De hecho, es posible que ni siquiera lo sufriera y sólo haya sido un producto de mi imaginccion para justificar de algún modo la valía del viaje. Como mucho, un recuerdo de esos que se tiene con hastío; como cuando te das cuenta de todas las ingenuidades que descubres de cuando eras pequeño.

Pero por supuesto, con ese entusiasmo de persona nueva en un lugar, me apunté sin pensármelo  dos veces a esta travesía, que ahora veo, no fue buena idea en absoluto.

La arena castiga lo poco de mi cara que queda al descubierto. Las manos me sangran, agrietadas por la deshidratación, el sol y las riendas de cuero de mi caballo, como si fueran papel de papiro. ¿Las piernas? Podría ser un tullido y sentiría absolutamente lo mismo. La boca está pastosa, como si pudiera masticar mi saliva y la lengua ya hasta ha dejado de hormiguearme (creo que eso es mala señal). El estómago me ruge; no sé cuanto llevamos sin comer, aunque hay comida suficiente para todos. Al parecer, ni el agua ni la comida se usan de la misma forma aquí en el desierto.

No hago más que repetirme "ellos saben, sin duda, más que tú".

Ya no sé ni cual es mi destino, simplemente me dejo llevar, esperando que la arena no acabe conmigo.

Maldito paisaje.