jueves, 4 de mayo de 2017

Un sinvivir.

A veces la música dice exactamente lo que quieres decir, quizás cambiando algún pequeño matiz o cambiando algún nombre, una palabra...
Ultimamente ya sé que igual pongo demasiada música y poco texto, quién sabe. Me parece que ameniza. ¿Y para qué voy a decir algo cuando hay otra persona (o grupo) que lo dice mil veces mejor que yo?

Esta canción va dedicada.

Ahora mismo en mi vida hay un par de cosas (personas) que no funcionan. No porque yo haya querido que dejase de funcionar, o porque haya dejado de quererles. Pero me resulta tremendamente curioso, como por un error (ellos sólo me han dicho un par de la enorme lista que debe haber), se puede ir todo a la mierda.

Y no está mal. A veces pasa. Hay gente que viene y gente que va, que entran, que salen; la vida cambia y hay que adaptarse. No es buena, ni mala; es distinta. Hay que saber adaptarse, aceptar las decisiones y las consecuencias y mirar hacia delante.

Por eso mismo, si algún día llegan esas dos personas a leer esto, quiero que sepan que no les guardo rencor, que cuando quieran, me van a tener ahí, porque yo no me he ido (aunque ya no seamos nunca amigos nunca les voy a menospreciar ni a hacer de menos). Pero que lo superen ya, que dejen de pensar en mi.

Os la dedico, chicos 😉:

martes, 2 de mayo de 2017

¿Competir o cooperar?


Tal cual yo lo veo, se han pasado de la raya; creen que competir es el sinónimo de aplastar. Se esfuerzan por "evitar el problema", en lugar de educar y enseñar verdaderamente: enseñar a los niños que no siempre se gana, que perder no es malo, que sólo sirve para que nos esforcemos más la próxima vez. Enseñar a los ganadores a ganar con dignidad, a ser buenos ganadores, a ayudar a sus compañeros con sus técnicas para que la próxima vez, tengan competidores más justos.

Qué le vamos a hacer, a menudo no estoy de acuerdo con las modas. Aunque esto no sé si será una moda.

Bien, como muchas veces me pasa en clase, cuando no me dejan hablar (porque es un debate muy interesante, pero no tenemos tiempo), se me queda esa espina clavada, no de que me digan que tengo razón (aunque me encanta que me la den, sino más bien de contarlo, sin más, para el que quiera echarle un vistazo (si es que esa persona sí que tiene tiempo).

Resultado de imagen de cooperativo o competitivoEn esta ocasión, me he lanzado a escribir (más bien me lo he apuntado en la agenda para no olvidarme). Y a lo primero va lo que ahora cuento: ahora ya no está de moda competir; ahora para ser guay tienes que colaborar.

¿Qué clase de engaño es este en el que nos estamos metiendo? ¿La sociedad se ha vuetlo idiota? No sabría cómo desarrollar esto de manera que no ofenda a los "cooperativistas". La vida, desde el momento en el que nacemos, es una competición. Existe, es real y necesaria: todos no podemos hacer el mismo trabajo, todos no podemos ser los primeros, ni los útlimos, ni podemos tener la misma pareja... Hay que luchar y hay que hacerlo para ganar.

Como sabréis (y si no, pues aquí informo), estudio Educación Infantil. Desde este grado, me enseñan que la competición es mala, que no se debe enseñar a los niños, sin embargo, me piden ser la mejor en las notas de clase para acceder al lugar de prácticas que deseo (junto con una recomendación del profesorado), me enseñan que los niños no deben hacer lo mismo que nos exigen. Y es que no debemos engañarnos: hay que competir.

No digo que la cooperación sea una patraña, desde luego que no. Aporta infinidad de cosas buenas, como el trabajo en equipo, aumenta la autoestima, a cada uno lo coloca donde "es más efectivo" (sarcasmo las comillas), etc.; ¿y la competición? es el demonio.


Pero no. La sociedad en la que vivimos está viviada y todos tienen los mismos derechos y si todos no se llevan una medalla, minas la moral y haces que se vuelvan a casa tristes. Permitid que diga, me he criado en el puente entre la competición y la cooperación. Prefiero admirar a las pesronas que se han llevado la medalla e intentarlo la vez anterior, a que me den la MAGNÍFICA oportunidad de llevarme un premio de consolación a casa, porque lo importante es participar.

No hay que pisar a los demás, eso está feo; pero creer que la competición no es buena es de idiotas, y conducen al fracaso al niño que no le enseñan a competir con el mundo.