martes, 4 de julio de 2017

Homenaje.

¿Se puede honrar a una persona? ¿Es posible decirle todo lo que querías una vez que ya se ha ido y no va a volver jamás?

Por mi parte, creo que sí. Quizás no directamente para esa persona. Quizás a esa persona ya le da igual. O quizás esa persona puede leer ya dentro de nosotros para saber todo lo que pensamos de ella.

En cualquier caso, es al resto del mundo a quien le quiero explicar lo que mi tío era para mi. Aunque jamás nadie llegue a leerlo, aunque esto sólo me sirva a mi, para poner por escrito lo que la voz no me ha dejado sacar.

Fue un mazazo en el corazón. Si tuviera que describirlo de algún modo literario, sería el más clásico de todos: se me partió el corazón. Oí cómo mi madre hablaba por teléfono con mi hermano y sólo logrué oír "Ha muerto...", ni quién, ni de qué, ni cómo.

Por un momento pensé que sería mi abuelo, con mucho dolor de mi corazón pero sin duda algo natrual, quizás no a su hora, pues en el fondo está hecho un chaval, pero es ley de vida, ¿no?

Y no. No había sido él. Había sido uno de mis tíos, de las más grandes personas que ha habido en este mundo (y eso que lo aseguro sin conocer al mundo entero, y soy capaz de asegurarlo). No me lo creí, creí que sería como la última vez, que iríamos a verle al hospital, que estaría tumbado en la cama de la sala, entubado, rodeado de su familia, que entraríamos por turnos en la habitación y le diríamos que no nos deje, que se cuide y que esté siempre con nosotros.

Pero esta vez no. Esta vez no hubo otra oportunidad. Había muerto. ¿Y cómo se afronta eso? Pues con el corazón encogido. Lo primero que puedes hacer es llorar. Un llanto irracional, sin saber del todo si quiera por qué lloras, sin haberlo asimilado del todo, sin saber si lloras por él, por ti o por la gente que le quería que ha quedado atrás.

Doy gracias a la compañía que tuve en ese momento porque me dieron fuerzas para tranquilizarme y que no se preocupasen por mí en exceso, aunque he de decir que el hipo se me quedó.

Y es que qué puedo decir de mi tío Francis... Todo el que lo conocía lo sabrá ya y no hacían más que repetir "¿Por qué él?". Siempre se van los mejores, dicen. Y en esta ocasión, yo lo sentía así, sin desearle la muerte a nadie, ¿por qué tuvo que ser él? ¿por qué no pudo darnos otro susto como la vez anterior?

Todo esto es irracional y me duele en el alma no poder decirle al corazón que haga caso de una vez por todas a la cabeza.

¿Qué hacía mi tío? Sonreír. Era la base de todo lo que yo veía en él. Le encantaba reunirse con la familia, presidía uno de los lados de la mesa en casa de mi abuela y me parece un sitio perfectamente hecho para él. Era la calma, la paciencia, el cariño. Era el amor por los demás. Cualquier detalle bastaba.
Mi hermano, con todo lo que es... él siempre tuvo paciencia, más que nadie, muchas veces. Decía lo que tenía que decir, firme pero sereno, intentando ayudarle siempre.
Acompañó a su mujer durante todo el proceso de cáncer que pasó (aunque mi tía es otra de esas personas que se merece un gran homenaje y es un gran ejemplo a seguir).
Peronalmnente, en lo que me concierne de una forma más directa, él era mucho para mí. Desde el momento en el que nací y quizás de un modo ridículo para muchos, pero de una forma muy importante para mí. Era mi padrino. Y eso no era lo más especial que él era para mi. Sé que siempre me tenía presente, de un modo o de otro. Cuando entraba en casa y me daba los dos besos, a veces me cogía del brazo y me apretaba, me miraba a los ojos y me preguntaba si todo iba bien, con un gesto serio y casi amenazante. No se apiadaba de mi discapacidad, ni fingía que no la tenía, era el equilibrio perfecto. Y lo conseguía sólo con un apretón en el brazo, una mirada y dos palabras, nada más.
Lo que poca gente ha conseguido.
Ese humor, su humor... Las tremendas risas. Recuerdo que no le iban mucho los juegos en general, no solía jugar al bingo ni a juegos de mesa. Pero recuerdo unas Navidades, hace quizás mil años, en la que jugamos a las películas. Cómo me reí ese día... creí que se me saldría el estómago por la boca.
Pero es que era eso para todos, para sus amigos, para su familia... Cualquiera que se topaba en su camino de algún modo le apreciaba. Supongo que tendría sus más y sus menos, todos somos humano. Pero él, simplemente, se dejaba querer.

Sé que ni de lejos me acerco a una sombra de lo que fue, de lo que era. Y podría pegarme líneas y líneas enteras hablando de él sin parar. Y no pararía.

Así, que quizás una tontería para muchos, pero yo necesitaba reflejar esto en algún lado, aunque nadie lo lea jamás, aunque nadie lo sepa jamás. Porque quería y quiero a mi tío, esté donde esté.

Y quizás me apropio injustamente de una de sus frases y no debería pertenecerme a mi y debería ser de otro, pero quiero ser egoísta y me la voy a quedar, aunque más gente como yo la acoja con cariño.

Me despido entonces diciendo "Chh, pero comportáos como si fuerais normales".

Gracoas por todo lo que nos has dejado y ojalá pudieras seguir aquí.