martes, 14 de octubre de 2014

Y que nunca nos olvidemos de jugar.

Hace poco, empecé un cursillo de Técnico de Apoyo en Educación Infantil, tipo (para que me pueda explicar bien) el curso de Monitor de Tiempo Libre, pero específico para niños de entre 0 a 3 años.

Como os podréis imaginar, la mayor parte de asignaturas que nos dan están relacionadas con niños (a veces aumentando un poco la edad). La cosa va bien: Primeros Auxilios, Adaptación de Inglés para niños...

Hay una, que particularmente me encanta que es la de Metodología del Juego. A parte de enseñarnos juegos (y a veces participar en ellos), me encanta el entusiasmo que tiene el profesor por la asignatura y que tenga las cosas tan claras: que el juego no es sólo para niños.

Efectivamente, todos jugamos, todos tenemos actividades de ocio que nos encanta llevar a cabo (o nos encantaría). El juego, como algo general, es algo que no debemos perder nunca; sacar al niño que llevamos dentro.

Cualquier cosa puede convertirse en un juego, y ello no hace que deje de ser algo serio. Al revés, el juego es algo muy, muy serio. Es la forma básica que tenemos las personas para interactuar. Me encanta la idea de que cada vez que nos juntamos con amigos o familiares, llevemos a cabo un juego: risas, chistes, historias, se llevan diferentes roles...

¿Por qué hemos de renunciar a soñar? ¿A realizar actividades que nos apasionan? Da igual la edad que tengamos. Es un ejercicio que todos deberíamos llevar a cabo.


Si estáis de acuerdo, si queréis recuperar al niño que un día llevasteis dentro, por favor, no dudéis en hacer lo que os gusta, en llamar la atención, en marcar la diferencia, en empezar algo nuevo. Jugad como cuando teníais 5 años, hablad con cualquier desco
nocido que comparta vuestra afición. Y sobre todo, perded el miedo a reír.

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