viernes, 10 de octubre de 2014

¿Nos condicionan?

Últimamente me he convertido en una aficionada a FDF.

En general, no suelo ver la televisión, pero en ciertos momentos, como a la hora de las comidas (las cinco que se pueden hacer al día), enchufo la caja boba y me pongo a ver lo que hay por la televisión.

Casualmente, hay varios programas que en cuanto veo, procuro no cambiar (más que cuando hay anuncios; práctica que debe realizar toda España). Esos dos programas son "Aída" y "La que se avecina"

No voy a ser crítica con las series en particular. Cumplen su cometido: me entretienen.

Sin embargo, en ambas series hay dos personajes que, bien con sus leves diferencias, digamos que son profundamente parecidos: Mauricio Colmenero (de la serie de Aída) y Antonio Recio (de La que se avecina). Ambos personajes son lo peor que puedas echarte a la cara, ¿me equivoco? Son ruines, egoístas, unos pervertidos, racistas, intolerantes en general, desleales... Podría poner unos cuantos adjetivos más, pero quizás sería excederme demasiado.

Es decir, el resumen de ambos personajes es que si algún valiente, por algún casual, tuviese el coraje de matarlos y abandonarlos en una cuneta, en lugar de a la cárcel debería dársele una medalla. Espero que quien haya visto la serie no me lo niegue.

Sin embargo (sin entrar yo en juicios de casualidad o previsión), en ambas series, también se produce una similitud y es que, cuando algo malo les sucede a estos dos "curiosos" personajes, parece que todo el mundo suelta un desgarrador "¡oh! pobre".

¿En serio? ¿En serio si hubiese una persona así en el mundo, la humanidad no tendría otra cosa que decir que "¡oh" pobre"? En parte me alegra pesnar que todo el mundo esté dispuesto a dar una segunda oportunidad (hasta a aquellos que no se lo merecen). Pero, por Dios, ¿en serio nadie cree en el Karma?

¿Por qué permitimos ser tan dóciles ante según qué comportamientos? ¿Por qué cuando a un malvado le llega su merecido decimos "pobrecillo"? Da igual que sea una ficción. Está claro que el mal hay que procurar no desearselo a nadie, pero cuando él es el que se lo ha buscado, ajo y agua, ¿no?

Además, también curioso, esos personajes nunca cambian. Muchas veces, ni siquiera hay una moraleja en todo el asunto que les haga reflexionar, pedir perdón o demás "paparruchadas" que la buena gente se ve obligada a hacer para cumplir su propósito.


Yo me pregunto si ésto será una medida para acostumbrarnos a tolerar la frustración a que nos dominen como quieran. Si no nos estarán manipulando para que permitamos que otros nos den lástima aún cuando no se la merecen. ¿Qué clase de estrategia será? En parte, me asusta pensar en que toda esta paranoia mía pueda ser cierta y que haya alguien que nos diga: "tenéis que tolerar al malo y perder hasta vuestros ideales sólo para que él no salga perjudicado".

¿Será la supervivencia del más fuerte? ¿Sera´n más fuertes los malos? ¿Manipularán a los buenos para que nos hagan sentir culpables cuando los actos que llevamos a cabo son sólo justicia?

¿Hasta qué punto es "sólo una serie"? ¿Hasta qué punto pasa a nuestro alrededor?

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