viernes, 16 de enero de 2015

Del "Ser" y del "Estar".

Vengo a hablar de ropa. Sí señor, aquí donde me veis (ya sé que sólo me leéis), yo también sé hablar de ropa, como tantas otras fantásticas chicas del mundo del internet (y de la sociedad en general) que parece que no tienen otra cosa que hacer (sin menospreciar al resto de mujeres en particular una a una).

Esto sucedió un día cualquiera, volviendo a casa después de la tarea que yo tuviera que hacer. Fue entonces cuando vi a una mujer adulta que llevaba (pieza a pieza): una chaquetilla de chandal rosa pastel, un pantalón de chandal verde fosforito (de esos que sirven para no perderse en la montaña), calcetines blancos y ¡OJO! ¡ZAPATO DE VESTIR!, pero con sus tacones y todo, ¿eh? No uno de esos que dices "¡Bah! Me puede servir para todo". No señor, de vestir, vestir.

No me voy a meter en la combinación de colores porque, para gustos están ellos. Pero, por favor, si no respetamos las normas mínimas de vestir...

En principio puede parecer algo inocente; incluso entiendo que esa mujer pueda estar en extrañas circunstancias que le obliguen a ponerse ese conjunto de prendas (ahora mismo no se me ocurre ninguna, pero bueno). Sin embargo, ir bien vestido dice mucho de nosotros. No me refiero a llevar ropas caras y de marca. De echo, yo creo que la única ropa de marca que tengo son unos calcetines viejos de Adidas. Soy la primera persona del mundo que no cree que más caro signifique mejor calidad (en ropa) y no soy muy de caprichos en el vestir (quien me conozca lo sabe).

Me refiero más bien al protocolo en la vestimenta. A mí, jamás en la vida (a no ser que se me den esas extrañas circunstancias que sigo sin caer) se me ocurriría ponerme un chandal con zapatos de vestir, o una falda con deportivas, o una camisa con un pantalón de chandal, o una dudadera con un pantalón de traje, o una corbata con una camiseta... Ejemplos mil. Y estas combinaciones horrorosas tampoco quedan bien si las prendas son de marca, siento decirlo.

Para cada cosa está su asunto; ¡por Dios! y de verdad que no entiendo cómo hay gente que hace esas combinaciones, se mira al espejo y dice "qué original voy hoy; salgo así a la calle". Pero miremos el lado positivo: creo que esas personas denotan una feaciente fe en sí mismos, además de una completa falta de saber comportarse en sitios públicos.

Jamás en mi vida se me ocurriría asistir a una entrevista de trabajo en chandal (aunque fuese para trabajar en un club deportivo como entrenadora o cualquier cosa de esas), o jugar un partido de rugby o jugger con traje y pajarita.

Son cosas que no se deben hacer, porque de lo contrario, muestran, no sólo la falta de preocupación por el "saber estar", sino nula capacidad de saber comportarse en sitios en los que debemos hacerlo (tanto de una forma como de otra).

No digo que renuncies a tu estilo. Al revés, las ropas, cuanto más personales y naturales te queden, mejor. Pero (por suerte o por desgracia), vivimos en sociedad y hemos de "someternos" a estas normas, para que, a través de ellas, podamos demostrar características positivas, porque sí que es verdad, que aunque esa mujer de chandal y zapatos de vestir no estaba haciendo daño a nadie ajeno a su persona, se estaba asestando un golpe brutal a sí misma. Estoy segura de que la mayor parte de la gente que le viese, no se daría cuenta de su conjunto, pero, ¿si su vida depende de su saber estar?

Del "Ser" de una forma y del "Estar" en un sitio, señores. Hay veces que hay que morderse la lengua para no perjudicarnos a nosotros mismos y hay veces que no puedes ir con chandal y zapatos de vestir. Del "Ser" y de "Estar".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu trovada