martes, 27 de enero de 2015

Amor y Odio (reflexiones hacia ningún lado).

Hoy ha sido uno de esos días en los que me he dedicado a pensar sobre qué hablar. Llevo todo el día igual, con un horrible "run-run" en la cabeza.

A veces hay tantas cosas que contar que se te agolpan muchísimos temas y es difícil hablar de todos ellos a la vez.

He pensado rellenar este vacío existencial interno con una de las frases de "mil vías hacia la Creatividad", pero sabía que eso no haría desaparecer mi frustración.

Así que al final he tomado la decisión de hablar de un tema que últimamente parece ser bastante habitual y recurrente en mi vida: "El Amor y el Odio".

A mí, si hay algo que me gusta más casi que las metáforas, son las definiciones. Así que empezaré por ello:
-AMOR: Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.-ODIO: Antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea.


Al contrario de la costumbre generalizada, el amor y el odio no son opuestos, ni mucho menos. La típica frase de "No hay mayor desprecio que no mostrar aprecio" es totalmente cierta.

Hace poco, por situaciones derivadas de mi vida, me he topado con dos personas que me han echo reflexionar muy profundamente en estas dos palabras, que tanto tienen que decir y tan poca atención prestamos.

En general, suele haber muchas formas de amar. No hay duda alguna (amor filial, paternal, amistoso, pasional...); sin embargo, ¿cuantos tipos de odio existen? ¿existe más de un tipo? Yo creo que sí. Está el odio justificado, el injustificado, el obsesivo y posiblemente me deje alguno más.

Por poner ejemplos: un miedo justificado es lo que cualquier persona puede obtener en base a sus propias experiencias, a lo que sufre en su día a día; un odio injustificado es aquel que te produce una sensación profunda que no puedes controlar ni racionalizar y que simplemente, guardas dentro (un poco como los celos); el obsesivo es aquel odio que no te deja vivir, ni pensar, ni disfrutar de nada, puesto que toda tu vida está pendiente de desearle el mal al objeto que odias (como el protagonista de Poe en "El Gato Negro").

La persona en cuestión que me ha hecho reflexionar sobre el odio (en realidad han sido dos, haciendo hincapié especial una sola persona) me ha demostrado que depende de qué odio sintamos, puede ser lo peor que pase en nuestra vida, puesto que nos frena y no nos deja avanzar. Cuando el odio es injustificado, no hay nada que hacer, puesto que no hay ninguna causa con la que combatir. No puedes dialogar con alguien que no tiene argumentos para defender su razón de odiar (es duro, pero cierto); sin embargo, si ese odio es justificado, se puede razonar; puedes cambiarlo y meditarlo, modicarlo a tu antojo hasta convertirlo en simple "no aprecio· (no quiero decir desprecio por el refrán anterior).

Esta persona me ha hecho reflexionar sobre el poco odio que mantengo yo a la gente. En realidad, creo que no tengo ningún odio justificado (no puedo confesar mis odios injustificados porque seguro que alguien me tacha de algo que no soy). Creo que soy una persona que no considera "enemigo" a nadie y que no deseo el mal (excepto a esos odios injustificados). Es posible que eso muchas veces me haya llevado a errores y a confiar en gente y situaciones de las que debería haber desconfiado. Pero el ahorro de energía de tener que "odiar" a es as personas y situaciones, ha sido lo que me ha hecho salir airosa y con la cabeza bien alta, acostándome por las noches con una sonrisa.

Sin quererlo, de éste modo, llego a la otra palabra que me encanta "AMOR".. He mantenido mil conversaciones sobre el amor, sobre lo que es, lo que piensa la gente que es, lo que creo yo que es... Y las respuestas siempre me quedan incompletas. ¿Qué es el amor? Para mí es el sentimiento pleno de darse a los demás. No sólo hablo de hacerles el bien. A veces, cuando quieres a alguien hay que procurarle el mal para que sea feliz.

Creo que verdaderamente, el amor lo puede todo (a pesar de que esto me llevaría a una larga discusión con el amigo que me ha llevado a la reflexión). Creo que es la mayor expresión que una persona puede dar de si misma hacia otra persona, animal, cosa o lo que sea.

En realidad, tardé mi tiempo en darme cuenta de ello. Las cosas no vienen como una inspiración sin más, sino que hay que masticar mucho para poder tragar. Me alegra ver feliz a la gente y eso me hace feliz. Pero también me gusta pensar que si hago sufrir a alguien, es porque necesita esa persona sufrir (y aunque eso me cause dolor, no deja de ser amor, ¿no?).

Es complicado explicar un sentimiento tan grande con palabras, pues todas se quedan vacías. Tengo mil personas a las que amo, adoro, quiero, respeto, valoro... Y muy pocas a las que no entregarles ese cariño, ese desvivir mío para que puedan vivir ellas (en realidad me cuesta mantenerme enfadada con una persona).

La vida es corta y cuesta mucho menos respetar a los que tenemos al lado que el pensar en cómo debemos "darles su merecido". Por supuesto, habrá mil personas que me lleven la contraria, pero soy incapaz de no poner la otra mejilla cuando me pegan una bofetada. Quizás la segunda vez intente esquivarla y a la tercera me aleje lo suficiente como para que no llegue a pegarme. Pero, ¿por qué voy a emplear mi tiempo en devolvérsela? ¿No sería eso un gasto de energía por mi parte que podría dedicar a hacer feliz y completa la vida de otra gente?

El amor y el odio van generalmente unidos, aunque no sean opuestos y estén el uno muy cerca del otro.
"Cambiemos el curso de nuestras palabras
para dirigir nuestros sentimientos"

A veces, me paro a pensar en mi desgracia, en la de no poder odiar de manera justificada, en la de racionalizar todo ese odio con motivos y anularlo hasta convertirlo en algo muy similar al amor. Y sin embargo, me arrepiento de no poder hacer lo mismo con mi odio injustificado, puesto que, en el momento en el que me deshiciese de todo el odio, creo que conseguiría ser la persona más feliz del
mundo.

Son divagaciones de una Trovada, de una Señora Ex-Carmen(A)tada y seguramente nada tengan que ver con la realidad del mundo.

Pero me encanta pensar que el amor es más fuerte que el odio y que se ganan más batallas con la indiferencia que con la ley de Talión (aunque obviamente haya que defenderse, no me seáis estúpidos, mis queridos lectores).

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