miércoles, 1 de junio de 2016

Te lo mereces (de 2009)

Comentario previo de la Señora Ex-Carmen(A)tada.


La verdad es que siempre me he sentido muy culpable por todo. Creo que soy una de esas personas que actúa y luego piensa (antes más). Siempre me he intentado justificar en que "no te preocupes, yo acepto las consecuencias". Y con el paso del tiempo, me lo he repetido tantas vece que casi suena real.

No, en parte es cierto. Con los años he aprendido a ser más lista. Sin embargo, estas cosas siguen pesando a mis espaldas. No sé el momento exacto en el que escribí esto, ni a las personas a las que iban dirigidas mis "disculpas", pero puedo imaginarme la situación a la perfección, básicamente porque es la de siempre.

Qué le vamos a hacer. Seguiré pidiendo disculpas e intentaré prometerme a mí misma, que la próxima vez me lo pensaré u poco mejor. Aunque, una vez más, el resultado sea el mismo.


Te lo mereces.


Cuando creas que todo va bien... No te preocupes, seguro que te has olvidado de algo importante.

Cuando las heridas de tus rodillas ya hayan cicatrizado desde la última caída... No te preocupes, volverás a caer al suelo y te levantarás la piel.

Cuando pienses que hay una persona en tu vida que de verdad te aprecia... No te preocupes, llegará el momento en el que te clave el puñal por la espalda, justo en el lugar en el que él sabía que no podrías arrancarlo jamás.

Cuando sientas que tu corazón late de felicidad... No te preocupes, volverá a latir esa sangre negra de nuevo.

Pues, al parecer, la humanidad es demasiado celosa, estúpida, egoísta e ingenua como para entender, como para respetar tu felicidad. Y ya se sabe lo que dicen: nunca nada dura eternamente.

No entienden que te guste vivir sin preocupaciones, porque están celosos de eso que tú tienes: la tranquilidad de creer que todo va bien. Ingenua...

No entienden que necesitas siempre el apoyo continuo de alguien para poder considerarte tú misma como persona, pensando que de otro modo, sería fallar a los demás y quedando congelada ante la infinidad de posibilidades que te invaden.

No entienden que las palabras no equivalen a las acciones, pero que las acciones tampoco equivalen a los sentimientos, ni piensan en que necesites algo oculto tras una gran máscara, para, a pesar de necesitar siempre el apoyo de una persona, seguir siendo tú misma sin perderte demasiado por el camino y los consejos.

No entienden que necesitas el latido de un corazón brillante para apartar el muro negro que envuelve el tuyo (de aquel puñal que una vez te clavaron en la espalda).

Pero quizás tú no entiendes que juegas con la gente. No entiendes que ellos también sufren por tu culpa. No entiendes que ellos también llevan su propio puñal en la espalda (y que puede que hayas sido tú quien se lo ha clavado). No entiendes que ellos te necesitaban y que les has ofrecido demasiadas esperanzas que luego, cruelmente, les arrebataste.

Por eso, no mereces estar así. Deberías estar peor. El castigo que se te inflige es magnánimo en comparación. Pues no juegas con muñecos, juegas con personas y te mereces todo aquello que griten sus labios destrozados y todo lo que sus extremidades doloridas te golpeen. Te mereces todas esas caídas al suelo, por cada una de las que le has procurado a todos tus juguetes... que no son más que personas. Por eso te mereces ese sufrimiento, para que tu corazón, tu cuerpo y tu mente, sientan esa traición que procuraste a tus juguetes... que te creían su princesa.

Por eso, te mereces mis malas palabras, que te destruirán tan lentamente. Pues tú, con tus acciones, has destrozado todos esos sueños que una vez susurraste al oído de alguien ingenuo que jamás recuperará las ganas de cerrar los ojos para imagina lo que con tanto "amor" le prometieron.

Así es como deben ser las cosas. Pues eso es lo único que te mereces. Tan sólo eso es lo que te mereces.

-Es cierto. Es lo único que me merezco.

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