lunes, 13 de julio de 2015

Inocencia (de 2008).

Comentario previo de la Señora Ex-Carmen(A)tada:

Cada vez que releo algo mío de estos años (años pasados, me refiero, no importa la edad que tuviera), me doy cuenta de lo que ha avanzado mi técnica, de las vueltas que le doy a una misma frase (y que antes no) sólo para darle un aspecto más profesional.

En realidad, sigo pensando que nada de lo que he hecho es perfecto. Y seguiré pensando eso hasta el día que me muera. Pero es el problema de avanzar, de mejorar y de querer seguir luchando.

En cuanto al texto, siempre he sido de un pensamiento reflejo al de la historia. Desde chiquitita me he sentido extraña en todos lados. De acuerdo, siempre he sido demasiado "mayor" para mi edad. No es que no haya jugado nunca o que no haya reído, gritado, pataleado... Es simplemente, que nunca he tenido esa "despreocupación". Siempre he sido demasiado consciente de que había más gente a mi al rededor de la que no me podía "librar".

Un poco por azar, esta vieja historia me viene ahora que ni al pelo, pues últimamente ando dándole vueltas a todo eso de que cada acto (el hacerlo o el no hacerlo) trae sus consecuencias, su "bien" y su "mal".

La vida es demasiado complicada; no porque en verdad lo sea, sino porque a menudo, parece que queremos esforzarnos en que así sea.

A ver si recuperamos algo de esa inocencia. (Por eso adoro a los niños).

Inocencia.

Estoy sentada en un banco de mi colegio, escuchando música con mi MP4, con la capucha del abrigo puesta para no mojarme demasiado el pelo mientras cae la lluvia.

Levanto la cabeza y me doy cuenta, de que, a pesar de que está lloviendo bastante, los niños del recreo siguen jugando, saltando, corriendo, gritando...

Una niña pálida, de pelo marrón hasta el hombro y de ojos verdes se para en frente de mi. Me recuerda tanto a mi misma... con su pequeña coleta a un lado de la cabeza, mientras el resto del pelo cae en rizos y tirabuzones. La niña se me acerca, se sienta a mi lado, me sigue mirando mientras la lluvia sigue cayendo sobre su cabecita, meneando los pies ligeramente.

-¿Por qué lloras? - me pregunta con su dulce vocecita de niña pequeña, tan dulce y tierna como la de cualquier crío a esa edad.

-Seguro que no lo entenderías - digo mientras presto atención a cómo la niña retira con su pequeña mano blanca todas las lágrimas de mis mejillas, con mucho cuidado y delicadeza -. Eres demasiado pequeña.

-Puedes intentarlo - me contesta, mirándome con esos ojos que tanto me recuerdan a mí misma.

Resoplo. No creo que lo entienda esta niña, pero no tengo nada mejor que hacer. Me quito el MP4, lo apago y lo guardo para evitar que se moje más de lo que ya lo ha hecho.

-Lloro por culpa vuestra - la niña no da muestras de enfado. Ni siquiera da muestras de sorpresa. Simplemente, se limita a sonreírme -. Miro toda esa inocencia: en vuestras caras, en vuestros gestos... Recuerdo cuando yo era así, pequeña, sin preocupaciones... donde sólo me lo pasaba bien, donde no podía pasármelo mal porque... simplemente, no existía esa opción.

Me callo, creyendo que la niña se ha ido porque hace tiempo que ya no la miro. Me giro, pero la niña sigue aquí, atendiéndome como si fuese una obligación el hacerlo. Espero a que pregunte algo que la entendido, pero su mirada no tiene dudas. Parece comprenderme a la perfección.

-Me acuerdo de cuando yo era pequeña. De cuando mi única preocupación era que no me pillasen cuando jugábamos al pilla-pilla, de que me llegase el dinero para comprarme muchas chuches, de que no me encontrasen jugando al escondite... era tan inocente...

Vuelvo a respirar hondo. La mano blanca y fría de la niña coge mi mano, igual de pálida y fría que la suya. Somos tan parecidas... que creo que me asusta.

-Ahora sólo puedo verme aquí, sentada en el banco, sin saber qué hacer por miedo a lo que piensen de mi. Ahora que mis preocupaciones son saber decir las palabras correctas para no ofender a nadie. Ahora, cuando un beso significa mucho más de lo que tú quieres decir o no darlo puede arruinarlo todo. Ahora que una simple diferencia de pensamiento puede acabar con una buena amistad. Ahora, donde sabes que tus acciones te pueden llevar a situaciones donde no querías llegar... Lloro porque recuerdo cuando tan sólo era una niña sin preocupaciones, recuerdo lo feliz que era a cada minuto que pasaba, porque lo que había hecho el minuto anterior carecía de sentido y de importancia. Lloro porque soy mucho más consciente de todo lo que ocurre a mi alrededor, tanto lo bueno, como lo malo. Lloro porque ahora, parece que sólo te importo a ti en el mundo entero.

Miro cómo la niña se arrodilla encima del banco, para ponerse a la altura de mis ojos... del mismo color que los suyos. Me coge los dos lados de la cara y me hace mirarla, sin que pueda retirar mis ojos de los suyos... haciéndome sentir incómoda.

-Sólo tienes que volver a ser esa niña de antes - me dice, retirando sus dulces manitas de mi rostro.

Abro la boca para darle las gracias por haberme escuchado... Pero la niña desaparece, como niebla, como si nunca hubiera existido, como si no me hubiese tocado ni se hubiese sentado a mi lado... Como un fantasma.

Es entonces cuando me doy cuenta de que esa niña soy yo, de que esa niña, era yo.

Ya no lloro. Enciendo mi MP4 y vuelvo a mirar a los niños, esta vez sin ninguna clase de pena. Cantando las canciones que oigo salir de mis auriculares, y me río. Río mucho.

Aún puedo ser tan inocente como una niña pequeña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu trovada