lunes, 27 de abril de 2015

El día de hoy.

¿Para qué mentir?
Ha sido duro desde el principio.

Ya nada más levantarme, el sueño no me ha dejado buen sabor de boca (no es que todas las mañanas me levante con el aliento fresco y puro, pero el de hoy, especialmente apestaba, en un sentido figurado).

Realmente no soy una persona que se mueva exclusivamente por lo que sueña o por lo que intuye, pero suelo darle bastante importancia (de verdad que no baso mi vida en ello, pero entiendo que hay algo en el subconsciente que nos quiere dar pistas). Pues bien, hoy ha sido eso: una advertencia de lo que iba a pasar.

Es posible que yo sea una persona que (en el fondo) absorbe y agobia cuando debería dar espacio. No lo sé. Generalmente me creo bastante independiente, aunque es posible que haya dos o tres personas en mi vida a las que presione demasiado. ¿Será posible?

Para mí, la amista es lo más importante. Es lo que mueve el mundo, porque incluye también el amor (si no amas a un amigo, no es un amigo). Yo haría cualquier cosa por mis amigos (mis amigos de verdad, mis conocidos no cuentan) y creo que he mejorado mucho de unos años a ahora (seguro que hay personas que lo pueden corroborar).

Tampoco pido mucho. Reciprocidad. Igual mi visión del mundo es distorsionada.

Pero a lo que voy, que me subo por las ramas y luego no hay quien me baje (bueno, que al que no le interese no lo lea, jeje).

Hoy un amigo me ha decepcionado profundamente. Hasta el punto, de que no sé si se va a poder recuperar la amistad (si estás leyendo esto, que no lo creo -igual me equivoco y me merezco una bofetada-, espero que entiendas todo y que hagas lo imposible por corregirlo).

Me cuesta abrirme. Me cuesta pedir las cosas. Soy de esa gente que prefiere hacerse una pelotilla y pensar que el problema lo puedo solucionar por mi cuenta. Sin embargo, a veces, yo que sé por qué, pues cambio mi rutina y pido ayuda (muy raras veces). Antes, con esta persona, lo hacía a través de indirectas y... pues no funcionaba (puede que yo fuese muy sutil) y me enfadaba con él por ello, por no haber sabido lo que pedía. En el fondo, esos cabreos me duraban poco (hasta que me daba cuenta de que había sido culpa mía que él no me hubiese entendido).

El caso es que aprendí y cambié, sólo para que él (mi amigo) no tuviese problemas conmigo y comencé a decirle lo que necesitaba de una forma totalmente directa (igual es que como soy muy sutil de forma indirecta, de forma directa tampoco se me entiende de una forma clara. Todo puede ser).

Llevo (quizás) meses pidiéndole que necesito que me diga cuánto me echa de menos, que me diga de quedar, de salir, de ir a verle, de pasar un rato juntos... meses diciéndole que necesito que me demuestre que sigo siendo importante en su vida a pesar de que parezca todo lo contrario (y de las complicaciones que han surgido por el camino). Es algo bastante simple. Me considero una persona fácil de contentar.

Pero, no ha caído esa breva (y creo que jamás caerá esa breva). Qué le vamos a hacer. Me ha echado en cara (¿se puede decir eso?) que él nunca sabe cómo acertar conmigo (quizás sea que yo no tengo las cosas claras), que no puede hacer lo que le pido y que blabla. Puede que le haya pedido mucho, yo que sé, pero llevo tiempo "complaciendo" sus días de bajón (lo hago encantada, la verdad, me encanta poder ayudarle y que al final de la conversación me de las gracias).

¿Es egoísta pedir compensación el día que yo estoy mal?

Otro de los defectos que tengo yo (de los grandes, de los muy grandes) es que me ofendo enseguida (que no significa que esté a la defensiva siempre), pero hay cosas que no las veo justa. Tengo la mente abierta menos en lo que a mí respecta. Si yo doy, espero que se me dé y si no, llega un día en el que dejo de dar. Aprendí a golpes que ser tonta en esta vida no te sirve más que para comerte más golpes.

Hoy, éste amigo, me ha demostrado (muy a mi pesar) que tras meses de insistencia, es incapaz de cumplir mis pequeños deseos de solicitar "mimos" el día que estoy mal. Sus motivos tendrá.

Pero he acabado harta. Muy arta.

Así que, en un momento de dolor (porque ha sido dolor), le he dicho que Se acabó. E iba totalmente en serio. Lamentablemente.

Luego he hecho algo de lo que no me siento orgullosa y me he dedicado a criticarle por las redes sociales (sin poner su nombre, no soy tan ruin). Justificado o no, todavía espero sus disculpas. Disculpas que nunca llegarán. Amistad que no se recuperará jamás.

Que hayamos sido tantas cosas y que no seas capaz de concederme ese pequeño gesto... Igual pido demasiado, no lo sé. Pero como tú me has pedido (como buena amiga que aún pueda ser), no te preocupes, no vas a saber más de mí hasta que no quieras saber más de mí.

Y a ver si luego me demuestras que mereces la pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu trovada